Sobre el mundo de la fotografía hay siempre mucha controversia. Ahora que todo el mundo hace fotos surgen multitud de opiniones para calificar una fotografía.

El narcisismo "que todos tenemos" cuando presumimos de las imágenes que hacemos, nos hace perder la objetividad para auto calificarnos. ¡Sin embargo!  sí parece que somos capaces de calificar las imágenes de los demás.

A lo largo de mi vida laboral he tenido que dirigir multitud de imágenes, preocupado siempre por el control de luces, composición, sombras, brillos, foco, etc.  pero me he dado cuenta, de que muy pocas imágenes que me han dejado huella.

Ahora me siento bien haciendo fotos espontáneas, casuales, inesperadas, incontroladas, movidas... incluso desenfocadas. Lo que he descubierto es que todo lo que ocurre alrededor de esas imágenes, todo eso que no llega a captar la cámara, eso que se guarda en tu memoria y que nadie más conoce, ¡eso es lo que me importa!.

En el fondo, una imagen es sólo un plano de los 360º restantes. Por ese motivo para mi una imagen es una historia incompleta que sólo disfruta al completo el que la ha hecho.

Seguramente en un futuro no muy lejano toda imagen irá acompañada de un relato que la complemente para que deje de ser una historia incompleta.

Historias incompletas